El enfoque basado en riesgo es una metodología fundamental en la LFPIORPI que requiere que las entidades obligadas evalúen y clasifiquen a sus clientes y operaciones según su nivel de riesgo de lavado de dinero. Este enfoque implica: identificar los riesgos específicos asociados con diferentes tipos de clientes, productos y servicios; implementar medidas de debida diligencia proporcionales al nivel de riesgo identificado; y asignar recursos de manera más eficiente, concentrándose en las áreas de mayor riesgo. Esto permite una aplicación más efectiva y eficiente de las medidas preventivas.