La obligación de monitoreo continuo en la LFPIORPI requiere que las entidades mantengan una vigilancia constante sobre las transacciones y actividades de sus clientes. Esto implica: revisar regularmente que las transacciones sean consistentes con el conocimiento que se tiene del cliente, su perfil de riesgo y la fuente de sus fondos; mantener actualizada la información y documentación del cliente; y ajustar el nivel de monitoreo según el riesgo del cliente. El monitoreo continuo es crucial para detectar cambios en los patrones de comportamiento que puedan indicar actividades de lavado de dinero.